XIII. Encuentros en Loja

Mayo florido y frío en los alcores. Un cielo inmaculado sobre Granada. De nuevo me acompaña Juan Robledo, imprescindible en este relato: nadie sabe tanto de las EFAs como él. Ni quien las quiera tanto. Salimos a la hora convenida: 12'3O, camino de Loja por la autovía. El viento mece la arboleda del camino. Los campos primaverales verdean luminosos, dejando pinceladas de cal. El aeropuerto. Huetor Vega. No lejos está Brácana como un nido de palomas. Hablamos de la Vega de Granada y sus problemas. Acequias, albercas, choperas como lanzas...

Alcanzamos Loja y los Abades, lugar de nuestro encuentro con Mari Carmen Entradas y Luisa Ridao, veteranas de las EFAs femeninas Elcható y Yucatal, y Mari Carmen Gómez, antigua alumna, que nos aguardan.

Mari Carmen Entradas es la de la chaqueta verde oliva, pelo corto y lentes de montura metálica dorada. La reconozco por la voz del teléfono. Luisa lleva chaqueta celeste de manga corta. Nos sentamos en torno a una mesa de cafetería. Juan Robledo está a mi izquierda y Mari Carmen Entradas a mi derecha. Me doy cuenta enseguida de que es una mujer de tesón, sabe lo que dice y lo que quiere. También sentimental. Fue la primera directora de Elcható, la primera EFA femenina de España. Le dejo una copia del capítulo anterior que lee de un tirón, haciéndome algunas observaciones. Yucatal, no El Yucatal. Fue una de las que visitaron las “Maisons Familiales” francesas.

Luisa Ridao se hizo totalmente en la EFA. Ahora es licenciada en Empresariales, alumna de la primera promoción de Elcható. Es de San José de la Rinconada. Monitora y luego directora de Yucatal y, hasta el año pasado, directora también de Elcható. Rememora con cariño los tiempos heroicos de aquellas Escuelas Familiares Agrarias del principio.

Mari Carmen Gómez es de Brenes, antigua alumna. Pertenece a la tercera promoción de Elcható y, desde entonces, como todas las chicas de Brenes, se siente parte de su Escuela considerando a las monitoras como su propia familia. Sus padres agricultores tenían muchos hijos, por lo que sus abuelos se hicieron cargo de ella. Todo lo que sabe lo ha aprendido en la EFA. Es administrativa del SAS y tiene una gran preocupación social y cultural. Participa en todas las actividades de su pueblo, que le parece el mejor pueblo del mundo.

Me dice Mari Carmen Entradas que durante la estancia del Padre, en l972, en Pozalbero, estuvo a punto de visitar la EFA de Elcható.

—Aquellos eran unos tiempos muy difíciles –interviene Juan Robledo– en los que había que trabajar muchísimo. La gente del campo estaba acostumbrada a ser engañada por muchos que pasaban por los pueblos prometiendo cosas que nunca cumplían. Temían que nosotros fuéramos unos de tantos. Lo que más les intrigaba es que no les pidiéramos nada a cambio, que estuviéramos dispuestos a dar así, por las buenas. Costó mucho convencerlos.

Me piden que no deje de citar a un hombre tan esencial para Elcható como José María Aguilar, padre de alumnos, el padre de Carmeli en especial. José María fue el primer presidente de Elcható. Un hombre extraordinario.

Otro hombre importante fue Pedro Rodríguez, primer administrador de las EFAs de Andalucía.

—Vivía en Sevilla y venía todos los días a ver las Escuelas. Era muy exigente y responsable. Todo el mundo lo quería. Estaba pendiente de todos los detalles por insignificantes que parecieran. Falleció con cuarenta y dos años.

Juan cita algunas anécdotas de Pedro que retratan su entrañable personalidad y espíritu cristiano.

Otro que no debo olvidar es Antonio Abato, padre de alumna, del Consejo Gestor de Elcható.

—La EFA de Elcható fue la madre de todas las Escuelas Familiares Agrarias de España. Aquí se formaron sus monitoras.

Me recuerdan a Teresa María Pérez Payán, la primera directora general de las EFAs femeninas.

—Otras de esa primera hora fueron Valen Azaña y Antoñita Domínguez. Fuimos juntas a Francia a visitar las “Maisons Familiales” y ver lo que se hacía allí. Fue una experiencia interesante, –me dice Mari Carmen Entradas.

No duda Mari Carmen: si las Escuelas salieron adelante fue por el impulso personal del Padre y porque Dios lo tenía previsto en su plan divino.

—La categoría de las monitoras de esa primera hora era sensacional –recuerda–. Su entrega, su ilusión, su total dedicación olvidadas del tiempo y de ellas mismas... Estaba también el calor humano que ponían en todas las cosas, lo que no dejaba de sorprender a las buenas gentes del campo tan poco acostumbradas a estas atenciones. Tenían claro que había que sacar la Escuela como fuera. Había que mejorar a toda costa la situación del medio rural y nos lanzamos a trabajar y visitar las familias del campo con ese propósito.

Mari Carmen es extremeña, hija de agricultores. Vivía entonces en Sevilla, en el Colegio Albaydar.

Luisa Ridao me cuenta que había que hablar con las familias y también oír a las familias.

—No entendían que fuéramos a visitarlas a sus casas y les habláramos con tanta confianza. Se sentían confundidas. No terminaban de entender qué pretendíamos con esas visitas, que no pidiéramos nada a cambio...

Les pregunto como creen ellas que llegaron a convencerse de la sinceridad de sus palabras.

—Para mí fue un milagro –me dice Mari Carmen–. Lo de la alternancia no era fácil de entender.

Interviene Juan Robledo:

—Actualmente todavía hay gente muy preparada que no acaba de entender nuestro método pedagógico que está declarado de interés por la UNESCO.

—Terminó de calar entre las gentes del campo –dice Luisa Ridao– y el éxito radica en estos tres pilares: Educar para un pequeño grupo, alternancia (una semana en la escuela y dos semanas de prácticas en la explotación familiar) y la participación esencial de la familia en el método de enseñanza...

Naturalmente, en los inicios, las Escuelas no daban ninguna titulación, todo lo más un diploma. Más tarde, en l974/75, con la llegada de la Formación Profesional de Primer Grado, es cuando la EFA comienza a dar titulaciones reconocidas oficialmente.

—Era importante la implicación de la familia en el método educativo –continúa Mari Carmen– ya que las reflexiones que se hacían en la escuela las alumnas las trasladaban a la familia, reflexiones sobre educación, costumbres, maneras de vestir o comportarse en la mesa, decoración, cocina, etc. que, detectadas sus carencias, se trataban de corregir mediante puestas en común... De esta manera y a través de las alumnas la EFA se hacía presente en la familia haciéndola evolucionar en un sentido positivo. Los padres se sentían totalmente vinculados y asistían interesados a nuestras reuniones...

Antonio Adato, padre de una alumna y miembro del consejo gestor, resumió en un lema lo que se pretendía en la EFA:

—Si yo mejoro, mejoro todo lo que me rodea.

—¡Qué gran verdad! –comenta Mari Carmen–. Ese proceso tenía que empezar por la educadora, por nosotras mismas.

Luisa me dice que la formación integral se proponía tres objetivos esenciales: Salud, Escuela y Familia.

—Y todos, enseñantes, padres y alumnas, nos hicimos una piña para conseguirlos. Eran los padres los que organizaban las fiestas de la escuela, los que hacían los teatros. El centro era como la prolongación de sus casas. Aportaban todo lo que tenían: éramos una gran familia. Así nuestra EFA Elcható se convirtió como en la “madre” de todas las de España. En l969, en Elcható se daban dos cursos, uno era de Córdoba y otro de Sevilla. Luego se desgajó el de Córdoba y se creó la EFA Yucatal y, pasados tres cursos, con el primer curso de Elcható y el primero de Yucatal, se abrió en Yucatal el primer CPR (Centro de Promoción Rural), que era un centro de formación de monitoras cuya primera directora fue Valen Azaña.

Desde la perspectiva de los años transcurridos y de la evolución del medio rural, sin perder nunca de vista la alternancia como eje del método pedagógico de la EFA, adaptándose a los nuevos tiempos y a la mejora del sector agrícola, el binomio Escuela / familia, actualmente se ha transformado en Escuela/Familia/Empresa consecuencia de un nuevo concepto de la promoción rural que se lleva a cabo mediante convenios con millares de empresas vinculadas al sector, que aportan su experiencia. Ahora, de estas Escuelas, transformadas en Centros de promoción rural, salen centenares de técnicos muy solicitados por el mundo agrícola por su buena preparación, lo que hace que apenas exista desempleo para estos alumnos.

Y a este propósito, Juan Robledo me da los siguientes datos:

—Por las Escuelas Familiares Agrícolas andaluzas, hoy Centros de Promoción Rural, han pasado más de 12.OOO alumnos y alumnas, que no se han desvinculado en absoluto de sus centros de origen. De estos, más del 60% han puesto en marcha su propia empresa, o se han asociado en cooperativas, o creado su trabajo como autónomos; el resto, trabajan por cuenta ajena o son funcionarios. De entre ellos, un 12% eligieron carreras universitarias o de tipo medio. Un 3% (prácticamente nadie: los que están cambiando de trabajo) se encuentran en situación de demandantes de empleo.

Todos coinciden en que la EFA no ha creado gente para el paro, sino que ha formado alumnos para el mundo empresarial. En general nuestros "antiguos alumnos y alumnas" son personas muy estimadas, de gran inquietud social y promocional.

—Bien –les digo– pero yo quiero que me habléis ahora de otros aspectos de la formación dada en la EFA.¿Qué ha significado la EFA para las familias de estos jóvenes nacidos de ellas?

Es Mari Carmen Entradas la que me contesta:

—Una prueba de la formación humana y cristiana dada en nuestros centros es que la inmensa mayoría de las antiguas alumnas tienen una familia estable. Es frecuente que se hable en el medio rural del "estilo EFA" cuando se refieren a nuestras antiguas alumnas. Se distinguen inmediatamente. Y lo interesante es que en el medio donde viven desarrollan lo que aprendieron aquí y participan, a todos los niveles, en las actividades sociales y culturales de sus pueblos. Saben como educar a sus hijos y también dar consejos a quienes se lo piden... Hay quien ha creado un taller de apoyo para ayudar a madres con hijos discapacitados a educarlos...

—Y siguen ayudando a nuestras actuales monitoras, sintiéndose parte de la escuela..

—¿Cómo se forman las monitoras?

—Al año se celebran varias sesiones pedagógicas según niveles. Pero de estos cursos se encarga UNEFA.

Me hablan también de las tutorías y su importancia pedagógica para corregir deficiencias y defectos.

Mari Carmen Gómez, que escucha con atención, me cuenta cómo era un día en la EFA:

—Nos levantábamos a las 7'3O h. y después de media hora para nuestro aseo y arreglo personal, desayunábamos y hacíamos después la limpieza de la escuela, actividad que formaba parte de nuestra educación. Clases, tutoría, recreo, clases. Almuerzo. Tertulia sobre temas de interés. Clases. Merienda. Estudio de 8 a 9 de la tarde. Tertulia...Silencio...Había un plan de estudios en el que se aprendían todas las labores de la casa y los comportamientos a nivel de calle y relación social...

Juan me aclara que lo que antes se llamaba "plan de estudios" ahora se llama "centro de interés" y el cuestionario se refiere a estudios relacionados con las empresas u otros profesionales con los que se tiene firmado convenio de colaboración. En estos acuerdos interviene el centro, la familia, la empresa y la delegación de la Consejería de Educación. Cuando los alumnos terminan su alternancia en la empresa, que se realiza cada trimestre, hacen una corrección individual y luego conclusiones en común...Y, en el último trimestre, realizan un proyecto sobre lo que han aprendido y observado, y que versa sobre mejoras que, a su juicio, introducirían en la empresa en la que han realizado sus prácticas, y como crearían la suya propia...Del resultado de ese proyecto depende el futuro del alumno en el mundo laboral. Es lo que Joaquín Herreros llamaba una formación en la vida y para la vida.

—En todas estas actividades las monitoras (así se ha llamado tradicionalmente en las EFAs a las profesoras, puesto que su labor va mucho más allá de la mera instrucción académica) ponen tiempo, alegría y educación. Y forman, formándose ellas al mismo tiempo que las alumnas.

Todavía se extienden hablándome de aquellos tiempos de la EFA. De Nogales, en Extremadura, de Jesús Bernal, de Eduardo Valderrama, padre de una alumna de Elcható, agricultor ya fallecido, para quien la EFA era su pasión. ¡Ah!, y el oratorio de Elcható lo pagaron las alumnas recogiendo algodón por el campo y haciendo el padrón municipal!

—Cuando estaba a punto de morir –me dice Mari Carmen Entradas refiriéndose a Valderrama– me llamó. Estaba ingresado en el Hospital Macarena. Me cogió de la mano y me dijo que el Padre había sido el hombre más bueno del mundo... De algún modo fue precursor de lo que con el tiempo sería el medio rural, cuando decía que el agricultor tenía que ser también empresario.

Y luego están, me dicen, toda esa gente anónima que tanto les ayudó: el panadero, el hombre de la tienda que nos aguantaba meses y meses la deuda porque no teníamos con qué pagar... O aquéllos que iban y lo pagaban de su bolsillo sin decirnos nada... ¡Tantas cosas bonitas y grandes que nunca podremos olvidar!

Me entregan varios testimonios escritos, de dos antiguas alumnas de Elcható, y un tercero de un padre de alumnos, que doy resumidos, procurando respetar el calor de sus palabras:

MANOLI AGUILAR es de Brenes. Nos dice que su infancia fue normal, como la de casi todos los niños de su pueblo. A los 14 años, después de haber obtenido el "certificado de estudios primarios", sus padres la llevaron a la EFA recién creada en Brenes. "Allí aprendí muchas cosas, pero, sobre todo una serie de valores que aun hoy, a mis 48 años, me están sirviendo de mucho. En aquella mi segunda casa me enseñaron a ser compañera, a que me preocupara por las demás, a ser positiva y un largo etc." Estuvo en el Centro de Promoción Rural y, después de alumna, fue monitora. Se casó y se fue a Madrid, regresando más tarde a su pueblo donde se dedicó a la enseñanza y hace frente a una prueba importante en su vida. Es madre de familia. Y le ha tocado convivir con un cáncer de mama, "y creo que todo lo que aprendí con esa gran familia, es lo que me da fuerzas para ir venciéndolo. Estoy tranquila, me acuerdo de aquellas charlas en la tutoría, cuando me decían que había que luchar por los ideales. Que había que vivir con alegría, ver el lado bueno de todas las cosas y, sobre todo, tener FE con mayúscula. Yo la tengo, me he aferrado a ella y no pienso soltarla nunca. Al levantarme cada mañana doy gracias a Dios por aquellos años y por la suerte que tuve de "tropezar" con esa escuela que tanto me enseñó... Tanto que, a pesar de mi enfermedad, no me cambio por nadie... Soy feliz con mi familia y todo lo que les he dado estos años atrás, ellos me lo devuelven..."

MARIA DOLORES ABATO tiene 42 años y tres hijos, antigua alumna de Elcható y Yucatal. La formación cultural y humana que recibió en estos centros ha sido vital en su vida. Da gracias a sus padres por haberla confiado a estas educadoras.

"En mi pueblo me han dicho muchas veces: Tenéis un sello especial las que habéis estudiado en Elcható. Y es así, nos han enseñado valores tan importantes como la familia, la educación, la sinceridad, el saber escuchar, implicarse en todos los temas de nuestro entorno. Al salir de la escuela me fui a Salamanca, situación que me obligó a madurar lejos de mis padres. Actualmente vivimos en Camas y, junto a la alegría de mi marido y de mis hijos, la vida me ha deparado la sorpresa de que hace más de un año me realizaran una masteotomía y me pusieran en tratamiento de quimioterapia con sus consiguientes efectos secundarios de sobra conocidos. Es duro enfrentarse a esta enfermedad, pero con el apoyo de mi marido, de mis hijos y de toda mi familia, todos hechos una piña, también con mis amigos y vecinos, que no dejan de ayudarme, les doy las gracias a todos, lo voy superando. También doy las gracias a todos los que rezan por mí y me llaman para animarme, pidiéndole al Beato Josemaría (llevo su estampa en mi cartera) que me dé fortaleza. Ahora, al cabo del año, tengo que someterme a nuevas pruebas, con miedo pero con fe, sigo pidiendo al Padre que me ayude a sobrellevar con optimismo lo que el futuro me depare, gracias a la formación recibida me encuentro fuerte. Recuerdo un slogan que pusimos en una fiesta de padres en la EFA: "Preparación de la vida para la Vida".

ANTONIO, agricultor y gestor que fue de Elcható y Molino Azul, hace un amplio recorrido en torno a la vida de estas Escuelas. Padre de tres hijos, dos mujeres y un varón. Siempre estuvo preocupado por encontrar un centro idóneo para sus hijos de acuerdo con sus creencias y convicciones, como el dice. "Tuve la suerte de nacer en una familia humilde, trabajadora y, sobre todo, cristiana”. Conoció la EFA, se entrevistó con su directora (su hija mayor se preparaba para pasar a una enseñanza superior) y la directora le convenció para que asistiera a una de las reuniones de padres para que conociera en que consistía la enseñanza que se daba en Elcható. Escuchó lo que allí se dijo y le gustó, aunque no acabó de entender aquello de la alternancia, y decidió mandar a su hija a la Escuela, de lo que no se ha arrepentido nunca... Su hijo iría a Molino Azul, en Lora del Río, y su segunda hija iría también a Elcható...

Se incorporó al Comité gestor de ambos centros, que tenía el cometido de coordinar el trabajo sobre charlas a las familias, invitar a profesionales cualificados, visitas de alumnos a empresas, entrevistas con personalidades del mundo rural, economistas, etc.

Por su dedicación y amor por los demás, recuerda con cariño a Juan Ternero y a Juan López, que siempre dieron lo mejor por la escuela. A José María, el presidente, ya fallecido, a Valderrama... y muchos nombres más, de los que no olvida a Mari Carmen Entrenas y Angélica...

"En ese corto periodo de tiempo –dice– me empapé de casi todo y mis dudas se fueron despejando, comprendiendo lo que era la educación integral en el medio rural, que era la que quería el Fundador del Opus Dei."

Habla Antonio de sus padres que tantas cosas buenas le enseñaron. De su niñez en su pueblo... Y de aquellas visitas a las familias del campo invitándoles a que enviasen a sus hijos a la EFA de lo que nunca se arrepentirían...