V. Algunos encuentros personales

Mi primer encuentro personal con gente relacionada con la EFA tiene lugar en Almería y es con don Javier Fernández Pacheco, sacerdote del Opus Dei, doctor ingeniero agrónomo vinculado en tiempos con las Granja–escuela y con el Centro de Promoción Rural "Torrealba", de Almodóvar del Río (Córdoba). Don Javier es manchego, director que fuera de la Escuela de Capataces Agrarios y autor de un libro sobre las Escuelas Familiares Agrarias, "Un Sistema Educativo para la Promoción Económico Social de la Región Andaluza", Córdoba, l978. Afable y cariñoso, parco en palabras, no sé si senequista, sonríe cuando me siento frente a él con mi cuaderno en la mano. Hojeo su libro y veo el prólogo que escribe Joaquín Herreros, quien califica el libro de excelente, "que recoge con extensión y rigor bien documentado el planteamiento educativo de un centro de enseñanza profesional agraria, por muchos conceptos singular; y que profundiza en el estudio de su adecuación a las necesidades reales de capacitación y animación sociocultural de los agricultores en el momento presente..."

Don Javier, como antes hicieran Joaquín Herreros y Felipe G. de Canales, también visitó las “Maisons Familiales” francesas, concretamente las de St. Antoine de Rocher y la de Bezy–Chanigy, para estudiar sobre el terreno su posible implantación en Almodóvar del Río.

—Como sabes –me dice– el sistema pedagógico francés, considerado de interés por la UNESCO, es sumamente revolucionario, una auténtica novedad que atrajo la atención de muchos países que se apresuraron a imitarlo. Nosotros en Córdoba contábamos desde l962 con una granja–escuela que, años después, merecería la bendición del Fundador del Opus Dei. La granja–escuela estaba dirigida a paliar la falta de formación agraria de los hijos de los pequeños agricultores y fue una creación de José Guerrero y de un buen equipo de colaboradores que partieron de la nada. Había que avanzar más y nuestro deseo era convertir esas granjas en escuelas familiares, como así se hizo unos años más adelante. "Me conmueve la generosa dedicación con que estáis sacando adelante esa maravillosa labor", les diría el Padre en la carta llena de cariño que les dirigiera desde Roma en octubre de l967.

—¿Hubo dificultades?

—Naturalmente hubo que estudiar las especiales características de nuestra región, qué cosas nos venían bien y qué otras cosas podíamos nosotros aportar con nuestra experiencia, y así poder convertir nuestras granjas en escuelas familiares agrarias, siguiendo la pauta francesa. Fue entonces cuando, partiendo de mis observaciones y estudios, pude escribir este libro de carácter técnico y didáctico que, en ese momento, parecía indispensable como herramienta de trabajo. Había que regular metódicamente esta enseñanza, ya que nuestra bibliografía era escasa y hubo que contar, claro está, con los métodos de Cousinet y Mialaret, dos notables pedagogos franceses. Teniendo en cuenta nuestras peculiaridades nos pusimos a estructurar un plan de formación profesional agrícola en el Centro Profesional Rural "Torrealba", pensando en que los alumnos de la EFA pudieran, si lo deseaban, continuar estudios de 2º grado, especializarse como monitores o hacerse capataces agrícolas. Para todo eso fue inestimable la ayuda de la Caja de Ahorros de Córdoba.

Me dice don Javier que la ayuda de Joaquín Herreros, Molina y Martinell, vinculados a la promoción "Torrealba", fue muy importante, por las perspectivas de futuro que supieron abrir, así también como la de los profesores del Centro de Promoción Rural, Jacques Pringalle y Manuel Verdejo, entre otros.

Se detiene un instante mientras clarifico mis notas y pasa enseguida a exponerme la situación de la enseñanza personalizada y la necesidad del reciclaje de la actual enseñanza profesional debida la movilidad profesional de estos tiempos, que exige una preparación asociada complementaria polivalente.

—El futuro está en una formación permanente como ocurre con las otras enseñanzas pero más necesaria en la agricultura.

Calla de nuevo mientras observa cómo escribo.

—El campo, para sobrevivir, necesita una formación colectiva y en ello han de poner especial hincapié los modernos sistemas de formación agrícola, que han de encontrar los modos y los medios que contribuyan, no sólo a una vinculación auténtica de la juventud, sino también al mejoramiento profesional de los agricultores mediante algún tipo de participación en los procesos educativos...

Por la ventana de la habitación donde estamos vemos el movimiento de la estación intermodal de Almería –autobuses y ferrocarril–, los altos edificios de la Avda. Cabo de Gata y el mar, que se adivina...

Me cuenta que las “Maisons Familiales” comenzaron a funcionar en l935, controladas por los agricultores, y que ya en el año 1970 tenían 587 escuelas en toda Francia, con más de 35.OOO alumnos de entre l4 y l7 años...

—Con la introducción de este método educativo, lo que pretendíamos era crear un sistema paralelo al francés, vistos sus excelentes resultados. Creo que se acertó plenamente y que el esfuerzo que se hizo por todos tuvo su compensación. Prueba de ello es que, hoy, las Escuelas están excelentemente acreditadas, los alumnos que salen de ellas están perfectamente formados y rápidamente encuentran un puesto de trabajo. Nadie duda de la seriedad de estos centros formativos y de su alto nivel.