IV. Una conversación esclarecedora con Joaquín Herreros

Desde la perspectiva que da la contemplación de un tiempo pasado, desde la atalaya de este 2OO2, nada más esclarecedor que la exposición que el propio Joaquín Herreros nos hace de la génesis e implantación inicial de las EFAs y su implicación en el tema.

—A mediados de l964 (¿mayo?), viviendo yo en Sevilla, alguien me animó a poner en marcha un proyecto dirigido a mejorar las condiciones de vida de unas cuantas familias del campo. Me dijeron que éste era un deseo del Beato Josemaría. Yo acepté con gran entusiasmo, pese a mi desconocimiento de cómo llevarlo a cabo. En aquella época el medio rural era casi exclusivamente agrícola. No había otras alternativas. La agricultura estaba muy atrasada, el nivel educativo y cultural de los agricultores era muy bajo, y muchos jóvenes rurales no tenían apenas estudios. Faltaban escuelas. Funcionaban unos "profesores" a domicilio, carentes de titulación, que recorrían en bicicleta las zonas rurales para enseñar a leer y escribir a los jóvenes, previo pago de unas módicas cantidades de dinero que desembolsaban con sacrificio. Muchas de estas familias vivían en chozas, construidas fuera de toda legalidad en las cañadas. Varios de los primeros alumnos de las EFAs de Andalucía pertenecían a estas familias.

—A la vista de este panorama, ¿cuál fue su opción? ¿Qué pensaba se podía hacer?

—Dediqué los primeros meses a buscar los primeros colaboradores, gente que supiera de qué iba el tema. Me decanté por la formación de los jóvenes, con una orientación más expresa hacia la agricultura.

—¿A qué se debía esa opción?

—Esa doble opción, "formativa", por un lado y destinada a los "jóvenes", por otro lado, obedecía a varias razones:

a) Al interés de preparar gente joven para ocupar luego responsabilidades en el desarrollo agrícola y rural de su zona, incluidas en estas responsabilidades las requeridas para desarrollar y hacer avanzar el propio proyecto profesional o empresarial.

b) Al carácter familiar de las explotaciones agrícolas, en las que a los jóvenes correspondía tomar el relevo y garantizar su futuro, y a través de los cuales podía incidirse también, durante su formación, en la promoción de sus familias.

c) Naturalmente, al especial interés apostólico de dedicarse a la promoción profesional y social de los jóvenes.

Se refiere Joaquín Herreros a la incorporación al proyecto de Felipe González de Canales y de Paco Molina, a los viajes que hicieron a Francia e Italia, comprobando la idoneidad de las “Maisons Familiales” Rurales para sus propósitos. A partir de ese momento adoptaron todas las características del modelo francés. Y así, en l967 se pusieron en marcha las dos primeras EFAs ("Casablanquilla" y "Molino Azul"), si bien este proyecto todavía no podía calificarse de definitivo.

—Para mí, el verdadero proyecto fundacional de las EFAs ha sido siempre (l967–68) el que tiene en cuenta lo que el Fundador de la Obra esperaba del trabajo que se iniciaba y que se debería desarrollar poco a poco. Y que guarda una relación estrecha, como modelo en diferentes aspectos, con el proyecto de los "coltivatori diretti" italianos. En las dos primeras estancias de nuestro Padre(1) en Pozoalbero, años l967 y l968, tuve la enorme suerte de estar allí, y pude oírle varias alusiones muy significativas, de las que deduje que deseaba hiciéramos con nuestro proyecto algo parecido a los “coltivatori diretti” en diferentes aspectos. Sobre l965, tuvimos conocimiento del trabajo de los "coltivatori diretti", en Italia: pude estudiar tres tomos relativos a su Congreso Nacional de l965. También, por eso, cuando viajamos a Francia pasamos también por Italia para conocer el trabajo de los "coltivatori diretti".

Los "coltivatori diretti" constituían por entonces el principal sindicato agrario italiano –"La Coldiretti"– al que pertenecían la mayoría de las explotaciones agrícolas familiares. Casi dos millones de familias. No se trataba de un sindicato convencional, sino que tenían un sentido muy constructivo de desarrollo o progreso de la economía y de la vida local, muy circunscrita a la agricultura. Reconocían la función preponderante de la familia y mostraban un patente sentido cristiano de la vida. En todas sus estructuras locales contaban con un capellán a cargo de la formación religiosa. En las revistas que publicaban incluían temas de orientación religiosa y reproducían declaraciones y noticias del Santo Padre. El Presidente de La Coldiretti se llamaba Paolo Bonomi.

—Indudablemente, el Padre seguía con interés la situación de nuestra agricultura y procuraba estar bien informado de lo que ocurría en Europa y sobre todo en Italia...,–comento.

—De eso no cabía la menor duda. En las dos primeras estancias de nuestro Padre en Pozoalbero, en varias ocasiones me hizo referencias breves a los "coltivatori diretti", de las que deduje lo mucho que los valoraba y el interés de que el proyecto nuestro se aproximara a ese trabajo y en un tono que entendí de gran convicción, me dijo: "Hijo mío, vosotros haréis con vuestro trabajo personal y con vuestra personal dedicación, una profunda labor de formación cristiana en el campo, que será a la vez una importante labor de carácter profesional y social, y también político. ¡Pero nunca de partido único!".

—¿Tuvo ocasión de ver de nuevo a nuestro Padre?

—Pasados varios años, en octubre de l972, tuve de nuevo la suerte de estar varios días cerca de él y de escucharle. La conversación más larga la tuve una mañana en la que me hizo sentar a su lado, en una butaca contigua a la suya, en la sala de estar de Pozoalbero y me fue diciendo cosas, muchas cosas, en relación con las necesidades más perentorias en relación con las familias del campo.

—¿Qué es lo que más recuerda de esa conversación?

—Hubo dos cosas que se me quedaron profundamente grabadas. La primera fue la hondura con la que sentía nuestro Padre las dificultades que representaban la pobreza, la ignorancia y la indefensión de la gente del campo en numerosos lugares. Se refería a cuestiones muy concretas, como la vivienda, la salud, la alimentación, el aislamiento, el retraso técnico y cultural, etc. Y aludía a situaciones y circunstancias precisas que conocía bien y le apenaban.

—¿Y la segunda?

—La segunda era el valor que reconocía al trabajo que haríamos con nuestro proyecto, como cauce para reactivar las tradiciones y prácticas de la vida cristiana en las zonas rurales, con posibles incidencias también en otros sectores de población no rurales. Cuando, años después, empecé a oír hablar de la re–cristianización de Europa o de re–cristianizar la sociedad, siempre di por supuesto que nuestro Padre se había anticipado a esta inquietud, y que un reflejo de ello era el impulso de nuestro proyecto.

Guarda silencio un momento Joaquín Herreros para añadir enseguida:

—Madurando después lo que había oído a nuestro Padre, me fui forjando poco a poco lo que pasarían a ser pronto, "para mí", los ejes o elementos configuradores del "proyecto fundacional" de nuestras escuelas, y que serían los siguientes:

"—Disponer de una organización social cohesionada, extensa y capilar, constituida principalmente por agricultores, pero en la que pudieran integrarse también otros grupos de población rural susceptibles de hacer aportaciones vitales, o que pudieran necesitar, y en la que a la dimensión familiar se le reconociera un valor preeminente.

"—Dotar a dicha organización social de los indispensables elementos sustentadores –fines y objetivos, lógicas y dominios prioritarios de intervención– y modelos operativos, para acceder de forma regular a un mayor desarrollo económico, cultural y social.

"—Inscribir dicha organización en un contexto susceptible de favorecer el desarrollo de un sentido cristiano de la vida y de promover los valores espirituales, morales y religiosos en las personas y sus actividades.”

Al cabo de los años transcurridos, no cabe duda que muchos de esos elementos configuradores u objetivos se fueron cumpliendo y que, con la dedicación de unos y la oración de muchos, especialmente la oración del Fundador de la Obra, el proyecto de la creación de estas Escuelas salió adelante y, como veremos por nuestras conversaciones con agricultores vinculados a las EFAs de Andalucía y Extremadura, se consiguió, de un lado, reactivar la vida cristiana de este gran sector secularmente olvidado y remediar desde su base la pobreza de una población deprimida. Todo esto sin olvidar lo que dice muy bien Joaquín Herreros desde la perspectiva de los nuevos tiempos, como el planteamiento de una estructura para las EFAs que fuera conforme con las necesidades y planteamientos económicos y sociales que vivimos.

Así, en l979, Joaquín Herreros dejó las EFAs y se dispuso a iniciar un trabajo que, entendíamos, iba principalmente dirigido a hacer realidad la "EFA grande", tal como él la "veía", constituyendo el proyecto fundacional de las Escuelas Familiares Agrarias.

—Cuando Felipe y yo visitamos en Roma al Fundador del Opus Dei –fue en mayo de l966, creo recordar–, y le contamos que estábamos en los preparativos del proyecto, nos alentó mucho y nos comentó que había rezado mucho por esta iniciativa, y que ya hacía algunos años había escrito cosas relativas al trabajo que realizarían sus hijos con la gente del campo, escritos que se remontan al año l93O.

Confiesa Herreros que a pesar de no trabajar ya directamente en las EFAs, no ha dejado nunca de pensar en ellas, en cómo mejorarlas. Para eso ha venido promoviendo nuevas instituciones que se han aproximado bastante a los objetivos que siempre se propuso, si bien no se le ocultan las dificultades de diversa índole. Y lo ha hecho porque de las conversaciones que mantuvo con nuestro Padre, dedujo que éste no sólo pensaba en la creación de los actuales centros educativos o formativos, sino que su proyecto iba más lejos: cobrarían protagonismo elementos hasta ahora tenidos como de segunda fila, capaces de dotar a las EFAs de mayor relevancia. Esta era la visión que nos pareció que el Beato Josemaría tenía del mundo rural, donde los cambios operados tanto en la agricultura, en clara regresión en Europa, así como los actuales sistemas educativos, requieren ya un cambio urgente de metodología...

(1) Los miembros de la Obra, desde los comienzos, solían llamar al Beato Josemaría el Padre o nuestro Padre.