XI. En el Sur, en toda España, en el mundo

ENRIQUE PARIENTE

Estrenó Granada primavera, casi verano con la subida de los termómetros. Los árboles estallan en floración. ¿Qué ha pasado de repente? La ciudad se ha llenado de luz anticipada. Más allá del río –¡el Genil!– el dibujo níveo de la Sierra bajo el cielo azul. Es Domingo de Ramos y huele a palma y a ramo de olivo verde. Ahora, a las cinco de la tarde, la sala biblioteca en que nos encontramos bajo la mirada del Beato Josemaría, magnífico retrato al óleo, es un remanso de paz y silencio. En torno a la mesa, Enrique Pariente y el que esto escribe.

Enrique Pariente, madrileño, joven, alto, sano y deportista, es el presidente de la Federación de EFAs que comprende las provincias de Granada, Málaga, Jaén y Almería. Muchas personas como Enrique siguen hoy escuchando la llamada del Beato Josemaría para colaborar en la promoción de la gente del medio rural. Me habla de las EFAs de Chauchina y Aguadulce, El Soto y Campomar, y del proyecto de extenderlas pronto a Jaén.

Enrique tiene cuarenta y seis años, está casado y tiene cuatro hijos. Es licenciado en Geografía e Historia. Vino a Granada hace diez años y aquí se encuentra como en su propia tierra. Tiene una mirada entre tímida y abierta. Como siempre hago en mis entrevistas, le pido que me hable de lo que quiera. ¿Qué considera esencial de las EFAs?.

—Llevo cuatro años colaborando con las EFAs y, desde el principio, no han dejado ser una sorpresa para mí. Puedes imaginarte lo que supuso asumir la presidencia de la Federación. De las EFAs apenas si la gente sabe algo, mucho menos en Madrid. Era mi caso...

Nos cuenta que es un reto apasionante para un directivo de empresa como él. Desde sus primeras visitas le sorprendió el buen ambiente que se vivía entre profesores, padres, alumnos y antiguos alumnos.

—Es un ambiente familiar entrañable, poco corriente...

—¿Crees que el mundo de las EFAs, que surgió en un momento oportuno para el campo, tiene hoy futuro? ¿Siguen siendo válidos los argumentos de sus inicios?

—Aun habiendo cambiado muchos de los contenidos del mundo rural, porque los tiempos y las circunstancias también han cambiado, no por eso han dejado de ser necesarias estas Escuelas, ahora Centros rurales de formación integral. A nuevos tiempos, nuevos objetivos. Sigue siendo esencial que los hombres del campo no abandonen su hábitat. Hay que darle al campo lo que demanda. Hay por delante retos importantes como el turismo rural, por ejemplo. La gente añora sus orígenes y son muchos los que vuelven la mirada buscando la alegría y la paz a veces tan lejanas en las grandes urbes.

—Cierto que el nivel económico y cultural del medio rural no es el de hace años: ahora los padres tienen otros proyectos para sus hijos. La introducción de las modernas tecnologías y las nuevas técnicas del mercado agrícola han supuesto una auténtica revolución en este medio, como puede comprobarse en el Poniente almeriense. Se han modificado los roles de los años sesenta y anteriores. Hoy los padres se plantean de manera resuelta la presencia de sus hijos en la universidad. Por eso la preparación que se da en las EFAs necesariamente tiene que estar a la altura de las nuevas demandas. Muchos antiguos alumnos de las EFAs, gracias a su formación integral, han podido acceder a puestos importantes en la administración y en el mundo empresarial...

—¿Entonces?

—Cumplida esta primera etapa de las EFAs, actualmente nos encontramos en un momento interesante de cambio...

—¿Qué se pretende?

—Desde luego, seguir la labor y el camino de los primeros, dándole al campo lo que más necesita: hombres emprendedores y bien formados, preparados cultural y socialmente, capaces de nuevas ideas de promoción empresarial que eviten su caída. Es verdad que en algunos lugares ese cambio ya se ha emprendido y con éxito. Algunos de nuestros alumnos deciden seguir sus estudios en las facultades de económicas o en las escuelas de ingeniería. De cualquier manera, las promociones EFA suelen estar muy prestigiadas y son muy solicitadas...

También pretendemos abordar el fenómeno de la emigración. Este es un capítulo que requiere un cuidado especial. Creo que las EFAs están llamadas a cumplir un papel importante en este sentido, formando inmigrantes, mediante los oportunos convenios de cooperación, para que aprendan también a desarrollar sus países respectivos con el sistema que nosotros hemos implantado en el nuestro. Se contribuiría a una importante labor social.

Se detiene Enrique para decirme enseguida que lo que más le ha llamado la atención de las EFAs en estos años es su carácter asociativo, la plena colaboración de los padres.

—Los padres participan con entusiasmo en todos los actos de las EFAs. Saben que los centros son de ellos. Y, en este sentido, la labor apostólica que en ellos se desarrolla, es de primer orden. Saben que sus hijos están en buenas manos, que se les educa para ser hombres de bien, que se les da una magnífica formación profesional y cristiana. Yo me siento muy contento de poder contribuir a una iniciativa tan maravillosa...

Le pregunto todavía, qué persona de las EFAs más le ha llamado la atención por sus cualidades humanas. Me contesta rápidamente:

—Han sido muchas, pero de manera especial, Juan Robledo. Es un hombre importante por sus condiciones humanas y cristianas. Por su sencillez y sabiduría natural.

La tarde se diluye entre el verde de la calle y el azul del cielo. Primavera. Hablamos de otras cosas, de los caminos que Dios va trazando en el tapiz de nuestra vida y como nos va llevando poco a poco, sin darnos cuenta, a su terreno...

JUAN CANO, PRESIDENTE DE UNEFA

Es temprano en Granada cuando, después de oir Misa en la iglesia de los Jesuitas (Gran Vía), nos dirigimos a Córdoba por Alcalá la Real. El cielo se despereza y el sol extiende su rutilante luz sobre los campos de nuestra rica tierra andaluza, campos verdes y cobrizos de la naciente primavera. Desayunamos en una cafetería del camino y, después de una larga carretera, –el coche está en buenas manos– sobre las diez de la mañana, entramos en la Avenida de la Victoria, entre palmas y naranjos. Delante del Hotel Meliá nos espera el ínclito Juan Robledo quien nos hace señas con la mano, sin soltar el móvil de la otra: avisa a Torrealba que hemos llegado a Córdoba, que todavía tardaremos un poco... Pero la espera será larga... Antes nos espera otro encuentro realmente importante para este libro, como será el que tendremos en su despacho con D. Juan Cano Ruano, presidente de UNEFA desde l984.

Juan Cano, cordobés, hombre de empresa, joven y abierto, es perito agrícola y licenciado en ciencias empresariales. Padre de nueve hijos, su título más flamante. Juan conoce desde sus orígenes todos los avatares de las Escuelas Familiares Agrarias. Sucedió a Joaquín Herreros como presidente de UNEFA en la Asamblea de La Coruña de l984. También es presidente de la Asociación Internacional del Movimiento Familiar de Formación Rural, con sede en París, elegido en Annecy en l987 y reelegido posteriormente en las asambleas de Sevilla (l992), Brasil (l996) y Bruselas (2OOO). El motivo de estas reelecciones nos lo aclara mientras sonríe:

—Se trata del reconocimiento al buen hacer de las asociaciones españolas que, pese a ser Francia la madre de todas, son las que mejor han sabido plasmar los sistemas pedagógicos nacidos de la alternancia... Es nuestro modelo el que ahora copian todos los países por su mejor nivel de adaptación y acomodación a la situación de cada uno de ellos.

Habla Juan Cano en presencia de Juan Robledo, mi acompañante, otro veterano de las EFAs, quien interviene recordando los tiempos iniciales de Torrealba –la famosa finca de San Andrés– y la Granja–Escuela, que pronto pasó a ser Escuela de Capataces.

—Recuerdo con cariño –dice– a los hombres de aquellos primeros momentos como Francisco Corazón, director que fue del centro y uno de los primeros Supernumerarios del Opus Dei en Córdoba, que colaboró en la puesta en marcha de numerosas iniciativas sociales en beneficio de los demás; José Manuel Gil de Antuñano, también ingeniero agrónomo, y los hermanos Andrés y José María Guerrero. José María sería el primer presidente de Torrealba. Naturalmente sin olvidar a don Javier Fernández Pacheco, ahora sacerdote del Opus Dei, ingeniero agrónomo, que sucedió a Francisco Corazón.

Continúa Juan Cano:

—En septiembre de l962 se invita a la Granja Escuela, que sería germen de lo que vendría después, a participar en cursos sobre maquinaria y plagas. En l963/64, empezó la enseñanza reglada con gente joven, con apoyos de la Dirección General de Capacitación Agraria, creando la Escuela de Capacitación Agraria en la finca de San Eduardo, de la familia Molleja, que recibe el nombre de Torrealba por el pequeño torreón vigía que había en la finca. Son los tiempos de Manolo Verdejo, de Florentino Matías Armenteros, tío de Pepe Borrego, que durante cinco años colaboró lleno de entrega y de eficacia en la dirección de las EFAs de Granada y Almería y ahora trabaja en el departamento de formación de UNEFA, en Madrid.

Llaman por teléfono a Juan Cano y aprovecho su ausencia para observar como por el ventanal que da a la Avenida de la Victoria la luz se filtra tenuemente. Papeles sobre la mesa. Cuadros, un pequeño retablo de plata con los misterios de Nuestra Señora, un retrato con cita de don Santiago Ramón y Cajal...

—En l964 –regresa Juan– Torrealba fue bendecida por el Fundador del Opus Dei con un emotivo mensaje. Ese año fue designado director de la Escuela Javier Fernández Pacheco, secretario Manuel Ordeig y yo fuí nombrado jefe de estudios. Y ya en l967, como resultado de los estudios realizados en el medio rural de España, Francia e Italia por Joaquín Herreros y Felipe González de Canales, Torrealba pasó a convertirse en una Escuela Familiar Agraria, siguiendo el modelo francés de las “Maisons Familiales”... Y así fueron surgiendo las demás EFAs... Molino Azul... Casablanquilla...

Observo cerca de mi una esfera del mundo. Pienso en la vocación viajera y empresarial de Juan Cano, en sus desplazamientos por Europa y América...

—En l97O se dejó el arrendamiento de la finca y se trasladó la EFA a Almodóvar del Río, donde se encuentra ubicada actualmente, en la carretera de Palma del Río, km. 21.

Comenta los primeros tiempos de la Granja Escuela de donde salieron los primeros profesores–monitores de las EFAs.

—Muchos se convirtieron en ingenieros técnicos, simultaneando estudio y trabajo. Torrealba fue el “buque insignia” de todo lo demás. Tuvo una gran fuerza social y humana. Los monitores que salieron de ella tenían una gran talla profesional. Sin ellos no hubiera sido posible el milagro de las EFAs. Yo me refiero siempre a la riqueza humana y geográfica, a esa convivencia de todos, a la cohesión que se consiguió con gentes de otras procedencias que aquí venían.

—¿Y quién fue Francisco Molina?

—Francisco Molina fue uno de los primeros. Era un técnico de gran valía. Estuvo poco tiempo entre nosotros, enseguida se marchó a Madrid. Dejó un buen recuerdo en los que tuvimos la suerte de conocerlo...

—¿Y Joaquín Herreros?

—La personalidad de Joaquín Herreros es incuestionable. En l975 dejó las EFAs y fundó Jóvenes Agricultores, un movimiento sindical formativo y social. Nunca perdió su inquietud por el campo y las cuestiones sociales.

—Las EFAs tienen su base actualmente en tres pilares importantes: los estudios realizados por Joaquín Herreros y Felipe González de Canales, la creación de UNEFA y la Asociación Internacional del Movimiento Familiar de Formación Rural. Gracias a estas tres aportaciones clave, las EFAs, actualmente, siguiendo nuestro modelo, se están extiendo por todo el mundo, especialmente en países de Africa y América. La asociación más importante sin duda es hoy Brasil, con ciento cuarenta Escuelas. Todo un récord. Tienen hasta una Universidad y su prestigio es tanto, que el actual Ministro de Agricultura de Brasil era el presidente de la EFA del alto Paraná. Y así podríamos hablar de Argentina, Colombia, Venezuela, Uruguay, Honduras... Portugal... Filipinas... Méjico...

—¿Obra de UNEFA?

—Pienso que efectivamente ha sido decisiva la actuación de UNEFA. Actualmente se trabaja en proyectos para Méjico y República Dominicana. Y Camerún... La próxima Asamblea será en el año 2004, en Uruguay. La anterior fue en Bruselas, a la que asistió Romano Prodi y se acordaron importantes conclusiones que están publicadas.

Nos promete un ejemplar.

No quiero dejar de agradecer –prosigue Juan Cano– las ayudas que las EFAs reciben de las Obras Sociales de las Cajas de Ahorros que, en algún caso, llegó a convertirlas en Obra social propia...

Pasamos al terreno de las anécdotas.

—En Rioja –nos cuenta– un buen hombre, Juanillo le dicen, nos contó que tenía dos hijos, uno fue a la Universidad y el otro a la EFA. Al cabo del tiempo, el de la Universidad estaba en su casa, sin trabajo, perdida la ilusión... y el otro es un hombre de negocios, ha prosperado y vive feliz... La moraleja de esta historieta es que en las EFAs la enseñanza descansa sobre dos principios básicos: la capacidad de análisis y la capacidad de síntesis. ¿Y cómo se consigue esto con hombres del campo? Pues mire usted (comentaba un aragonés del campo) pues aplicando las enseñanzas de mi abuela cuando enseñaba a bordar a sus nietas y dejaban de trabajar para preguntarle. Mira, les decía la abuela, preguntad lo que queráis sin dejar de trabajar y yo os contestaré... Es decir, se aprende sin dejar de trabajar... Es el secreto de la alternancia...

Es un placer conversar con Juan Cano, tan experimentado y conocedor. La luz de la mañana quiere ya alumbrar el cierre de la ventana. Córdoba huele a azahar.

—Todo lo que hacemos –me confiesa mientras nos despedimos– se basa en una concepción cristiana de la vida. Es nuestra tarea ineludible... El itinerario jurídico de las EFAs ha sido largo y complicado. Existe un estudio pormenorizado sobre este recorrido. Pero las cosas que Dios quiere, como decía el Fundador del Opus Dei, siempre salen adelante...

TORREALBA, HOY

Centro de Promoción Rural. Es Juan Robledo esta vez quien me lleva en su coche hasta este hermoso centro desde la Avda. de la Victoria de Córdoba. El cielo se pinta de un azul encendido. Las doce del medio día: hora del Angelus. Las calles de la ciudad, en su salida, se encuentran en obras. Nos dirigimos hacia la carretera de Palma del Río, al Km 21, a la vista de Almodóvar encaramada en su castillo. Torrealba es el “buque insignia” que nos decía Juan Cano: ciclos formativos de grado medio (Agricultura intensiva, Jardinería y Medio ambiente), Ciclos formativos de Grado Superior (Administración de sistemas informáticos, Gestión y organización de empresas agrarias) Bachillerato (Humanidades y Ciencias sociales, Ciencias de la Naturaleza y de la Salud)...

Marchamos a gran velocidad, porque el día avanza y porque en Torrealba hace horas que nos esperan. Mientras viajamos, Juan Robledo me habla de las muchas cosas que se hacen en el centro, de su influencia en toda la zona... Él es el Secretario de la Confederación de EFAs de Andalucía y Extremadura, con despacho precisamente en Torrealba.

—Nuestro objetivo es conseguir el desarrollo integral del alumnado. Se trabaja en pequeños grupos con un profesor experto y donde los padres, como ocurre en todas las EFAs, tienen un papel activo. Se realizan frecuentes visitas a empresas, tertulias sobre temas de actualidad, tutorías... Nuestra formación es innovadora y flexible, adaptándonos continuamente a la realidad empresarial, realizando convenios de colaboración mutua. En definitiva: una formación en la vida para la vida, como dice nuestro lema. Para lo cual, más de quinientas empresas nos respaldan. Es la mayor garantía de nuestro trabajo.

Llegamos a Torrealba, entramos por su gran portalón, jardines a uno y otro lado, construcciones de una sola planta, la imagen de un hermoso cortijo andaluz en el campo cordobés. Visitamos el oratorio (de los tiempos de Manolo Verdejo, me dicen) y enseguida pasamos al despacho de Juan Robledo, donde nos esperan. David Lara y Juan Antonio Jiménez. Después se incorporan Paco Rodríguez y Roque Pérez. Y por supuesto, Juan Robledo, imprescindible en nuestra conversación. Veamos:

DAVID

Me dice que es de Palma del Río. Tiene 27 años. Estudió Económicas en Navarra. Lleva cuatro años en Torrealba. Profesor y administrador del centro. También da clases y está encargado de las tutorías...

—¿Nada más?, –le pregunto de manera jocosa.

No parece inquietarse David Lara, a su edad, del peso de sus muchas tareas. Más de ciento cincuenta alumnos, residencia, cocina, comedor... Sonríe. Deduzco que lo que más le gusta son las tutorías.

—¿Por qué?

—Porque uno tiene la oportunidad de ayudar humanamente a la gente.

—¿ Qué cosas más hacéis?

—Tenemos un amplio programa de actividades: Agricultura, Jardinería, Humanidades, Gestión... Se da también una profunda formación religiosa: cursos, charlas, círculos, retiros... Una formación completa en todos los sentidos, siempre en un ambiente de libertad...

JUAN ANTONIO

Juan Antonio Jiménez es cordobés. Cuarenta años. Soltero. Da clases y se encarga también de la promoción de alumnos.

—¿Difícil?

—No. La gente conoce lo que hacemos en Torrealba. El prestigio facilita mucho las cosas.

Me cuenta un par de anécdotas.

—El año pasado vino a vernos un representante de comercio de Marchena pidiendo una plaza de bachillerato para un hijo suyo. El motivo era que había oído hablar de la formación cristiana que damos aquí y quería que su hijo recibiera esa formación. Le enseñé el centro. Alguien le había dicho que si alguna vez tenía necesidad de un consejo, que hablara con uno de los profesores de Torrealba. Se trata de un buen cristiano, con mucha vida interior. A la gente le gusta el trato familiar que se da aquí, por eso no se desvinculan del centro.

Interviene David para decir que a todo esto contribuye el sistema de la alternancia, el trato continuo que se tiene con las familias.

Juan Robledo se refiere a la importancia de las tutorías y a la visita a las familias. Se ve que son temas esenciales, que vamos encontrando en todas las EFAs...

PACO RODRÍGUEZ

Es el director del Centro. Se incorpora en este momento. Está en la EFA desde l971, desde que era un chaval. Antes estuvo en un colegio interno, donde aprendió a rezar. Es el mayor de cinco hermanos.

—Mi padre era del campo. Era un hombre bueno, honrado y formal. Sabía de todo. Estaba encargado de una finca. Estuvimos en Palma del Río. Un monitor de la EFA le dijo a mi padre que por qué no me mandaba a Molino Azul. Así empezó todo. Mi padre venía a visitarme y recuerdo con cuanta ilusión esperaba oir el ruido de su moto cuando llegaba. Yo se lo debo todo a las EFAs. Dos hermanos míos también vinieron. Nunca olvidaré a mi monitor don Manuel Ferriz, que era de Almería. Aprendí muchas cosas.

—¿Aprovechabas?

—Aprendí todo lo que sé. Mi vida estaba entre la EFA y el cortijo donde estaba mi padre. Yo quería mucho a mi padre. Cuando llegaba a la finca, me ponía enseguida a ayudarle. Un día descargamos juntos un camión de abono.

—Luego me eché novia. Ella también estuvo en la EFA. Nos casamos y tenemos seis hijos. La más chica, María, nació hace dos meses.

—La vida en la Escuela era muy intensa. Tenía una gran importancia la alternancia: se diría que era la base de todo. Había mucho compañerismo entre los alumnos. Fuí a Extremadura donde conviví con una familia de la EFA. Teníamos muchas actividades. Después fuí a Lérida también en régimen de alternancia. Estos viajes y estas convivencias fueron muy importantes para mí, ya que conocí otras gentes y otras realidades. Me enriquecieron mucho. Allí me trataban como a un hijo. Cogía mi bicicleta para ir al pueblo. Así estuve tres años.

Mientras habla Juan –gafas, chaqueta azul, camisa abierta– observo cómo pasa por su mente esa película de su vida, esos paisajes de sus días no tan lejanos.

—Cuando terminé mis estudios, pasé a ser monitor. A mí me gustaba la enseñanza y las relaciones humanas. En l973 se pensó convertir Torrealba en un centro de monitores. En l976 fuí de monitor en prácticas a Zaragoza, a la EFA de Zuera, donde estuve dos años. Pero yo quería regresar a mi tierra por mi familia y por mi novia. Vine a Torrealba en l978 como monitor. Algunos de mis hermanos también vinieron a esta Escuela. He conocido a mucha gente en estos años y he tenido que hacer muchas gestiones para la promoción de alumnos.

—¿Y ahora? ¿Qué piensas de la EFA?

—Las EFAs se han ido adaptando en todo momento a las condiciones del campo como a los nuevos tiempos... Tenemos una revista que se titula “Promoción Rural”...

—¿Y tu mujer?

—Mi mujer, Pepi, fue alumna de la EFA. Comparte mi misma vocación. Organiza muchas actividades en mi casa y con mis hijos.

ROQUE

Roque Pérez es de Jaén, de un pueblo que se llama Escañuelo. Estudió bachiller por los años l964/65 y, en principio, no sabía qué camino tomar. Un amigo le habló de las EFAs. Había recibido propaganda de la escuela de Capataces de Córdoba.

—Entonces nos fuimos a la escuela dos chavales del pueblo. Hicimos un curso de maquinaria y después nos hicimos capataces. En ese tiempo conocimos el Opus Dei.

Terminados los estudios de capataces varios compañeros decidieron estudiar ingeniería técnica, en Sevilla.

—En Sevilla frecuentábamos el Club Candilejos, un centro del Opus Dei por el que acudíamos gente joven. Felipe Sánchez un día nos invitó a una tertulia en la que Joaquín Herreros nos habló de las EFAs. Yo estaba en segundo de carrera y la verdad es que entonces no me enteré de nada. Más tarde Felipe nos contó que iban a abrir dos escuelas, una en Brenes y otra en Lora del Río, y que habían pensando en nosotros. Nos explicaron en qué consistían las EFAs...

—Cuando terminamos ingeniería técnica, en l968, tuvimos que hacer las milicias universitarias. Enseguida nos incorporamos a las EFAs. Paco Molina mandó a Cosme, que era mi amigo, de monitor a Torrealba y a mí a Molino Azul. En l97O me mandaron de monitor a Extremadura junto con Paco García Robles, que fue como director.

—Fueron tiempos difíciles, como fueron los principios en casi todas las EFAs. Estábamos en las Vegas Altas del Guadiana, lo que era el Plan Badajoz. Teníamos escasos medios. Recuerdo que de Molino Azul nos enviaron una moto para desplazarnos. Había que recorrer muchas distancias. Los pueblos que visitábamos eran aquellos de colonización. Había que hablar con los agricultores para que enviaran sus hijos a la Escuela, pero muchos desconfiaban de nosotros. No era fácil, no...

—¿Cómo se llamaba aquella EFA?

—Guadaljucén...

—¿Y después?

—Después me marché a Galicia de director de una EFA. Allí también hubo que trabajar mucho. Nos ayudaban muchos los párrocos de los pueblos y de Torrealba nos enviaron monitores en prácticas. Así durante tres años. También nos ayudaban los maestros. Luego vine a Molino Azul como director, donde estuve dos años. Casablanquilla, Torrealba... En Torrealba me nombraron administrador, sin dejar de dar clases, hasta que pasé a administrador de la Confederación EFAs de Andalucía y Extremadura, junto con Juan Robledo, que es el Secretario...

Maduraba la mañana en el amplio paisaje cordobés. Terminamos las entrevistas, visitamos rápidamente la Escuela y, junto con Juan Robledo, mi extraordinario anfitrión, en su coche, regresamos a Córdoba donde nos esperan... Como se nos hizo tarde, tuvimos que hacer un alto para comer. La mañana ha sido espléndida. Por el camino Juan me vino hablando del ancho y largo mundo de las EFAs del que él es uno de sus mejores conocedores. Son muchos los años de fidelidad a este mundo rural... Más tarde, salimos hacia Granada...